viernes, 2 de abril de 2010

Una Agenda para el tricentenario

Una Agenda para la Argentina del tri-centenario.-

De las cuestiones que nos diferencian de nuestro primer centenario, una es que muchos intelectuales de la época, había puesto “de moda” la reflexión acerca de que sería de la Argentina en el futuro. Las reflexiones mayoritariamente ingenuas y lineales, ignoraban las tensiones profundas que el país debía superar para ser ese “Gran País” que imaginaban. Nada refería al país vacio, a la dependencia estratégica de concentrar el comercio exterior en pocos mercados o en pocos productos. Sin embargo, hay que destacar el esfuerzo prospectivo: se pensaba y se creía en el futuro.
Hoy, el bicentenario nos encuentra más retrospectivos; como un lastre de nuestras deudas del convulso Siglo XX, también nos pesa el futuro, que apenas podemos vislumbrar, un poco aturdidos por la intensidad de las luchas coyunturales.
La prospectiva es un ejercicio que no garantiza mucho, pero que en cualquier caso obliga a ordenar lo que se consideran factores críticos que pueden incidir en la evolución de los escenarios. No es demasiado sutil pensar que sin orden político es más difícil encontrar orden económico, o que sin inversión en I+D nuestra economía dependerá crecientemente de los diversos modos de “actividad extractiva”, y así sucesivamente.
Por eso creo que sería bueno repasar algunos puntos de la agenda “no coyuntural”. Se trata de un punteo (incompleto) sobre cuestiones que cruzan nuestras deudas pasadas y nuestras posibilidades futuras; asumible con nuestras capacidades y limitaciones:
1.- ¿Seremos Argentina? Puede ser que una medida de éxito del tercer centenario, sea reconsiderar nuestra unidad política. Es difícil pensar que podamos tener un peso sustantivo sin ser partes de un todo mayor. Hacerlo es complejo y riesgoso, hay asimetrías, intereses cortos y muchos etcéteras; pero hay que intentarlo y poder constituirnos en un jugador global potente. Argentina debe contribuir regionalmente a la gobernabilidad, a la creación de instituciones regionales sólidas, a calificar el espacio regional.
2.- Otro marco institucional. Ya son incontables las manifestaciones de “inadecuación” del marco institucional. Ni nuestro presidencialismo goza de prestigio, ni las prácticas centralistas, ni el sistema fiscal, ni el reclutamiento de agentes públicos, y así sucesivamente. Argentina necesita una reforma constitucional y otras complementarias, sin presiones de coyuntura. Se debe generar un espacio ad-hoc, para pensar alternativas, que deben basarse en los datos de nuestra propia experiencia.
3.- Resolver el financiamiento de lo público, sobre todo el costo del funcionamiento democrático. Cada vez que se eleva el gasto público ronda el 35 % del PBI, aparecen las “rebeliones fiscales”. No es congruente sostener la necesidad de políticas de inclusión y restarle al Estado recursos para que lo haga. Creo que la resistencia tiene raíz en la desconfianza, la desconfianza en la falta de transparencia y esta última en la oscuridad que tienen algunos aspectos de la política. Para revertir eso, hay que asumir el financiamiento de la política, que debe ser público, transparente y generar condiciones de competencia política igualitaria.
4.- Eliminar la pobreza. Argentina tiene condiciones para eliminar la pobreza; pero no debemos repetirnos en políticas que solo vayan sobre las consecuencias. Además de garantizar ciertas prestaciones (imprescindibles) hay que generar entornos para la generación de riqueza. Y allí donde el mercado no acude, debemos dotar a las personas de capacidades de relación y estimular el surgimiento de economías de cooperación comunitaria y social.
5.- Asumir la sociedad del riesgo y por tanto planificar. Las inseguridades que vivimos no son ocasionales. Es así el mundo: políticamente complejo, socialmente fragmentado, mediáticamente sobre-estimulado, etcétera. Y vamos a convivir con esa realidad mucho tiempo. Argentina no tiene política sobre la necesidad de dar respuesta pública competente y coordinada a los riesgos emergentes: desde la internacionalización de las redes delictivas, la evolución de las pandemias, o los desastres ambientales, etc. Debemos constituir modos de comunicar, entrenamiento difuso en la sociedad, entrenamiento específico en agentes sociales, vinculado a la idea de gestión de situaciones de riesgo, su prevención y su mitigación. La globalización tiene muchas consecuencias y una de ellas es la velocidad de contagio de los fenómenos reticulares (llámense virus o crisis financieras) y por tanto, todos los eslabones deben prepararse para enfrentar una agenda de temas, muchos de los cuales les resultaban ajenos o de “lenta aproximación” hasta hace apenas pocos años.
6.- Re-centralizar las políticas públicas en la educación, los valores y las posibilidades tecnológicas. Sin abundar: es imposible el cumplimiento de otros objetivos públicos si la ciudadanía no dispone de un stock de capacidades que le permitan generar valor con sus actividades, integrarse socialmente en condiciones equitativas, aprender, tener capacidad de acción colectiva, cultivar nuevas actividades, tener espíritu critico y condiciones de pro-actividad, etc. Corresponde calificar la educación pública, la gestión pública en general y comprender que la diferencia de esta revolución tecnológica es la interactividad que las nuevas plataformas exigen (sin ciudadanía no habrá aprovechamiento pleno de internet).
7.- Hacer un acuerdo presupuestario y fiscal de largo plazo. Lo necesitan Provincias, Municipios, acreedores, ahorristas, pero sobre todo los ciudadanos. No podemos vivir siempre con la sombra del pasado displicente, ni depender en los resultados fiscales de algo -tan inmanejable- como un precio internacional, ni condenarnos a no tener inversión pública. Debemos suplir con acuerdo político nuestras insuficiencias. Podemos pactar la evolución del gasto para la próxima década, que sea al mismo tiempo posibilidad y límite de tres o cuatro gobiernos.
8.- Asumir nuestra condición demográfica y prepararnos. No hay dudas que la explosión demográfica en Asia, y los desastres ambientales, producirán movimientos de personas, no sólo a los países centrales. Las sociedades más abiertas, más dispuestas a invertir en integración y convivencia, serán las menos conflictivas y más gobernables (y potencialmente más productivas). Argentina debe re-significar el lugar de la nueva inmigración en su tercer centenario.
9.- El ambiente es oportunidad. Hay que legislar y adecuar el Estado (no sólo central) al cuidado de nuestros recursos, de modo tal que contribuyan al desarrollo. Tenemos en los últimos años buenos (la ley de bosques) y malos ejemplos al respecto. Sin embargo existen vacíos legislativos, y alarmismo. Es deber del Estado la protección y un impulso decidido a vincular el ambiente con la construcción de un modo de vida sostenible.
10.- Cambiar la dieta. Si hacemos un culto de lo que somos (lo bueno y lo malo) no podremos superarnos. Nuestra dieta no es sana y condiciona nuestra política sanitaria. No se cambia en un día y no es popular hacerlo, pero debemos ir por una generación de argentinos de alimentación garantida y más diversa, más próxima, más fresca, menos industrial. La calidad de vida, el gasto público sanitario y el gasto de las familias en medicamentos lo agradecerán.
11.- También debemos cambiar con relación a nuestra matriz energética. Vivimos al borde de un “gran colapso”. Hay déficit de inversión (eso es la coyuntura). También es verdad que construimos sin atención a la resultante energética, las ciudades se expanden (y se admite la especulación con suelo urbano) sin atender la mecanización de movimiento que se genera y no tenemos una cultura de la restricción en esa materia (ni los hogares ni las empresas). Debemos hacer inteligencia energética, diversificar nuestra matriz (y generar una oportunidad de nuevos negocios e iniciativas tecnológicas) y atender el modelo de gasto que tenemos.
12.- Hacer política pública para nuevos modelos familiares. Las familias argentinas son cada día más mezcladas, un poco más avejentadas, más pequeñas en promedio y muy diferentes entre sí. Sin embargo, a las políticas públicas les cuesta asumir esta pluralidad.
13.- Re-organizar el territorio. No debemos dejar de buscar alternativas para promover regiones postergadas y darnos un modelo satisfactorio. Hicimos experiencias buenas y malas, nos corresponde el análisis y la re-lectura. Ser un país pleno es evitar desequilibrios extremos. Hay que minimizar las migraciones internas forzadas y re-localizar la política estimulando el fortalecimiento de los gobiernos locales y la reticulación de las intervenciones públicas.
14.- Intervenir en nuestras urbes. Nuestras ciudades evolucionan anárquicamente. Contaminan más de lo debido, se fragmentan, se expanden; si no hacemos algo, pueden irse de las manos: zonas inaccesibles al poder público, disrupciones culturales, servicios colapsados, movilidades imposibles. Es urgente y posible hacer cosas y podríamos tener más ciudades agradables y gobernables. Hay una bomba de tiempo urbana que nos puede estallar.
15.- Investigar, Desarrollar, aplicar. Argentina investiga (actualmente con un notable impulso), pero nos falta el salto hacia una especialización (para ser muy buenos en algunos temas) y la relación entre el esfuerzo intelectual y la matriz productiva (sobre todo con las Pymes). Debemos superar prejuicios y promover los beneficios sociales y económicos del esfuerzo en investigación.
No somos ni los mejores ni los peores; no somos especialmente incumplidores ni necesariamente geniales. Si nos asumimos y respetamos, colaboramos entre nosotros y nos permitirnos disentir sin destruir, evitar la tentación pendular, si somos capaces de reconocerle al competidor talentos y merecimientos. Vamos a ser un país mejor.

2 comentarios:

Santiago Casado dijo...

Te felicito Fabio. Es muy interesante tu análisis, escribís de manera clara, identificás cuestiones clave con facilidad. Soy estudiante de la maestría en desarrollo local de la UNSAM y la verdad que me gustaría que estuvieses dentro de su cuerpo docente. Te mando energía para que sigas en esto, lo hacés muy bien. Un abrazo.

Anónimo dijo...

buenos su espacio online es muy hermoso,esto es la tercera vez que vi tu website, buen espacio!
hasta